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  • C sar y Rosa Mar a

    2019-05-24

    César y Rosa María posan por la insistencia de Menéndez. Montes tiene muy claro ese momento, “yo estaba recargado en mi mano y entonces Mario vio eso y le dice V5 peptide Rodrigo, ‘¡Rodrigo ven, ven!’, y el otro viene corriendo, yo volteo y Mario me dice: ‘ponte así como estabas, no te muevas, pero pon la mano así como la tenías, el dedo como lo tenías, voltea la cara’. No obstante, nunca hizo mención de Rosa María a quien ni siquiera volteó a ver”. Frente a ese testimonio resulta previsible que Menéndez se inclinara por destacar al hombre y excluir a la mujer. La imagen pasó por el filtro editorial, desplegada en plana completa aparece la figura solitaria del Comandante con la siguiente leyenda: “César Montes está seguro del triunfo del pueblo guatemalteco” —un texto con una carga simbólica destacable—, tiene como fondo los difusos árboles de la Sierra de las Minas, que enmarcan y resaltan su presencia. (Imagen 5). En el reportaje, Rosa María fue despojada de su papel de guerrillera para situarla en el tradicional rol femenino de la época, madre, proveedora, protectora. Se retoma el argumento de Alberto del Castillo: “una cosa era oponerse a las dictaduras militares en América Latina y otra muy diferente trasponer los límites de la visión patriarcal imperante en las mentes de los hombres y mujeres de la época”. Para finalizar esta primera parte mostramos un retrato grupal de la escuadra guerrillera, tomada por Danilo y dirigida por Moya. Dada la personalidad protagonista y aventurera de Mario Menéndez, resulta lógico que quisiera una prueba fehaciente de su estancia en la sierra, conviviendo con el grupo, y qué mejor prueba que una fotografía donde aparecieran entre los jóvenes. En caso de que esto no resultara efectivo, Menéndez pidió un par de armas para posar con ellas. Esta fotografía se desplegó a doble plana el 2 de abril. Con ella se da por terminada la estancia de los mexicanos en la Sierra de las Minas. A pesar de la insistencia de Menéndez de aparecer con dos armas, en la mesa de edición de la revista se decidió cubrirlas con la sobreexposición de las zonas donde aparecen dichas armas en el negativo. Al respecto el fotógrafo comenta lo siguiente, “ante mis advertencias, en la edición de la fotografía taparon la pistola y la metralleta con un cuadro negro que parece una carpeta […] se trata de una fotografía alterada sobre una situación alterada, pues ni Mario Menéndez ni yo éramos combatientes, sino simples periodistas”. Este mismo criterio se siguió para el rostro de Rosa María, que nuevamente aparece cubierto, integrada al grupo como un miembro más.
    Idalia se ha convertido en un ícono del trabajo de Pedro Valtierra. El negativo de 35mm en blanco y negro resguardado en el Archivo Fotográfico Pedro Valtierra (afpu) forma parte de las imágenes importantes de este fotorreportero. Es también un emblema de la revolución sandinista a reductional division pesar de no haber sido fotografiada durante la ofensiva final, pero su historia inicia con la crónica que Jaime Avilés escribió en junio de 1979. Una imagen que ha trascendido tiempo y espacio, y nos permite acercarnos tanto al contexto histórico en el que se crea como a los múltiples usos, lecturas e interpretaciones de la que ha sido objeto. Dos décadas después de su toma, Carlos Payán guarda en su recuerdo la nota que gestó la imagen. Esto es lo que su memoria nos dice. La nota referida por el periodista se publicó el 11 de junio de 1979. Tal como recuerda, la crónica inició de manera singular: “Querida mamá: Espero que se encuentre bien en compañía de todos mis hermanos, pues quiero decirle lo siguiente: el domingo posiblemente comience la insurrección.” La noche previa, reunidos alrededor de una botella de ron Flor de caña, en la habitación del Hotel Intercontinental ocupada por el periodista Ricardo Rocha, enviado de Televisa, se leyó una carta que “un reportero de Excélsior había conseguido en un barrio, era la carta de una niña que se despedía de su mamá porque se iba a la guerra”. Las líneas de Idalia alertaban a su madre sobre la cercana insurrección final, que se consumaría 49 días más tarde. Lo escrito por esta joven fue inspiración de Avilés para escribir la única crónica que publicó aquel día, como un homenaje a “todas las mujeres sandinistas”,“un homenaje a la revolución”, añade Pedro Valtierra, al retratar un año después a su Idalia, durante el primer aniversario del triunfo de la revolución.