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  • br La desaparici n de los aquechistas Las pr cticas

    2019-05-16


    La desaparición de los aquechistas Las prácticas contrainsurgentes desatadas por el conflicto interno guatemalteco de la administración del general Kjell Eugenio Laugerud García (1974-1978), golpearon dcb diversos actores de la usac. Ejemplo de ello fue el asesinato del abogado Mario López Larrave, el 8 de junio de 1977, miembro del Consejo Superior Universitario y representante legal de diversas organizaciones sindicales a través del Bufete Popular. Su muerte fue perpetrada por la organización paramilitar Ejército Secreto Anticomunista (esa), al mes de que iniciara la comandancia Germán Chupina Barahona, quien fuera el jefe de la policía guatemalteca, este acto llevó a dcb la calle a más de 100 mil personas que se reunieron para protestar ante tal hecho. A este acontecimiento se le agrega el suscitado al mes siguiente, el 28 de julio fueron secuestrados y detenidos por cargos de supuesto robo los estudiantes: Aníbal Leonel Caballeros Ramírez, alumno del Instituto Rafael Aqueche, Robin Mayro García Dávila, matriculado en la carrera de Agronomía de la usac; además de los dirigentes sindicalistas de la fábrica Cordelería La Rápida, Dionisio Pascual Ramírez, Rodrigo García y los hermanos Antonio y Eusebio Pérez Vásquez. A los dos días del secuestro apareció el cuerpo torturado de Leonel Caballeros, provocando la consternación del estudiantado guatemalteco que realizó una movilización durante su sepelio que se prolongó por varios días, en diversos departamentos del país, el número de asistentes reunidos sorprendió a la sociedad, como narra un diario local: Aunque se exigió la aparición con vida del otro estudiante: Robin García, la amenaza que éste había recibido días atrás, junto con otros 18 estudiantes, por las críticas publicadas en la revista Pueblo y Estudiante, se cumplió y su cadáver fue encontrado el 4 de agosto, en el kilómetro 48 de la carretera rumbo a Palín, con muestras visibles de tortura y múltiples heridas de bala, además de una nota del esa adjudicándose la autoría del asesinato.
    La marcha El viernes 5 de agosto de 1977 fue llevado el cuerpo de Robin a Semidiscontinuous replication la Rectoría de la Universidad de San Carlos (usac), de ahí en procesión se le trasladó al Instituto Rafael Aqueche, donde estudiaba Caballeros, para finalmente ser sepultado en el Cementerio General. El sepelio de Robin se convirtió en una masiva y pacífica manifestación de repudio a la violencia generalizada en el país. La derrota política de la aeu y frente llevó a la oposición a dialogar con el presidente Laugerud, quien abrió las puertas del Palacio Nacional a los padres de Robin y a la propia aeu, como parte del juego político tras el asesinato despiadado de los estudiantes. Al encuentro asistió el secretario general y alumno de Medicina, Luis Felipe Irías, quien cerró su participación durante el sepelio de García como orador, sin embargo fue Mayra Alarcón: Una nota periodística narra, sin ocultar la emotividad del autor, los acontecimientos durante la marcha y el entierro: Este momento fue captado por la cámara del fotógrafo independiente de origen suizo Mauro Calanchina. La serie de imágenes que compiló sobre la jornada de protestas generó un corpus que presentó a la Revista Alero, las que fueron publicadas en la misma y a partir de ello se convirtieron en el paradigma de lo que la composición fotográfica, en un contexto de violencia política y disparidad económica, debía señalar y exponer. La crítica artística circunscribió su trabajo dentro de la responsabilidad social y a él como la figura de un artista comprometido con la lucha revolucionaria, como lo señala Miguel Ángel Sagone: Para Calanchina, la situación guatemalteca de los años setenta debía de ser capturada, siendo esta premisa la conmoción social y las distintas manifestaciones de ésta la principal temática que abordó, ante ello Sagone explicaba que: El propio Calanchina concibe su obra como un objeto vivo, el cual está puesto a disposición de la lucha revolucionaria, para él la fotografía supera la mera representación de un hecho convirtiéndose en un instrumento que apoya el discurso político, como él lo expone: